Yo he hecho lo que he podido;
Fortuna,
lo que ha querido
Francisco de Quevedo
La novela picaresca surge en España en el siglo XVI. No hay razón contundente de su origen.
Algunos especialistas del tema afirman que se debe al deseo de una reforma
religiosa por parte de los cortesanos, a su necesidad de ver su contexto de
manera más realista; en escala de grises y no en un blanco y negro en el que
solo se podía tener honor o deshonor total, del cual solo podían formar parte
del deshonor por herencia.
La picaresca
tiene cómo héroe a un pícaro, un personaje de cuna cortesana, en muchas
ocasiones huérfano y bastardo. Un
antihéroe de la novela clásica. El cual es un personaje ingenioso, que busca la
manera de hacer tretas para salirse con la suya, puesto siempre como víctima de
las circunstancias.
En la novela
picaresca la realidad es cruda. Los autores plasman la perspectiva del pueblo,
cosa que no se había hecho antes. Es cierto que Francisco de Rojas traza una
buena brecha con La Celestina, novela dialogada en la que traza
personajes realistas y los presenta como lo que son; personas, con virtudes y
defectos. La realidad de la novela
picaresca se fundamenta en la realidad del pueblo que pasa hambres y sufre
abusos de las autoridades políticas y religiosas. La picaresca se vuelve un
medio de denuncia, en la que se expone a la nobleza y a los más altos rangos de
la época.
El recurso estético
más recurrente es el humor sarcástico, crudo y cruel, el que se aligera un poco
con el carácter moralizante de la novela, en la mayoría de los casos. En el de
Francisco de Quevedo, no. Quevedo en su novela Historia de la vida del buscón llamado Don Pablos, ejemplo de
Vagamundos y espejo de tacaños, es crudo, sarcástico y realista como lo es
en toda su obra, no se detiene a dar clases de moral al lector, al contrario le
deja su obra para que la asimile de la manera que más le plazca.
Para Alonso Zamora V. la vida del Buscón “no deja lugar a las digresiones
moralizadoras. Su novela es una novela desnuda, acción ante todo, escuetamente
llevada y asombrosamente construida”. Quevedo cuida las formas estéticas,
llevándolas a tope en Historia de la vida
del buscón llamado Don Pablos(…). Habla de la vida vulgar y lo hace con
todos los elementos posibles, si nos pone un personaje Vagamundos será el más
Vagamundos de todos, si expone a las clases sociales lo hace de la manera más
especifica posible sin detenerse a pensar si esto le traerá consecuencias. Si
tiene que ponernos una imagen escatológica será lo mas asquerosa posible. Como
lo dijo Nietzsche, el patetismo más profundo no
deja de ser un valor estético.
Francisco de
Quevedo era un autor que cuidaba las formas, las cuales no se detenían en el
sarcasmo y la ironía. Iba más allá y abordaba los temas de manera profunda. Su
originalidad radica en el equilibrio estilo-humor-profundidad. Es por eso que
su novela del Buscón se presume como la obra cumbre de la novela picaresca.
Astrana Marín apunta sobre la obra de Quevedo “El cuadro más valiente de la
política y costumbres europeas en la
cuarta década del siglo XVII”.
El personaje
principal en el buscón Don Pablos es del pueblo. Es un personaje que abandona
su hogar al darse cuenta de que es hijo bastardo. Viene de familia pobre en la
que su padre es un barbero, su madre una especie de bruja o hechicera. La
familia del personaje es de mala reputación, volviendo al personaje victima de
las circunstancias.
Al salir de
casa el buscón se vuelve un Vagamundos. Este elemento en la trama de la novela
picaresca es fundamental ya que permite al autor a través del personaje
principal denunciar y hacer una fotografía detallada de la vida de la época
narrada con un carácter biográfico del personaje picaresco, que cuenta solo lo
que ve. El objetivo moralizante de la
obra de Francisco de Quevedo radica en dejarle al lector una novela de aguda
observación, una fotografía de la realidad de manera sarcástica que cada quién
debe analizar.
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