lunes, 30 de enero de 2012

La novela picaresca de Francisco de Quevedo




              Yo he hecho lo que he podido; 
 Fortuna, lo que ha querido
Francisco de Quevedo


La novela picaresca surge en España en el siglo XVI.  No hay razón contundente de su origen. Algunos especialistas del tema afirman que se debe al deseo de una reforma religiosa por parte de los cortesanos, a su necesidad de ver su contexto de manera más realista; en escala de grises y no en un blanco y negro en el que solo se podía tener honor o deshonor total, del cual solo podían formar parte del deshonor por herencia.

La picaresca tiene cómo héroe a un pícaro, un personaje de cuna cortesana, en muchas ocasiones huérfano y  bastardo. Un antihéroe de la novela clásica. El cual es un personaje ingenioso, que busca la manera de hacer tretas para salirse con la suya, puesto siempre como víctima de las circunstancias.

En la novela picaresca la realidad es cruda. Los autores plasman la perspectiva del pueblo, cosa que no se había hecho antes. Es cierto que Francisco de Rojas traza una buena brecha con La Celestina,  novela dialogada en la que traza personajes realistas y los presenta como lo que son; personas, con virtudes y defectos.  La realidad de la novela picaresca se fundamenta en la realidad del pueblo que pasa hambres y sufre abusos de las autoridades políticas y religiosas. La picaresca se vuelve un medio de denuncia, en la que se expone a la nobleza y a los más altos rangos de la época.

El recurso estético más recurrente es el humor sarcástico, crudo y cruel, el que se aligera un poco con el carácter moralizante de la novela, en la mayoría de los casos. En el de Francisco de Quevedo, no. Quevedo en su novela Historia de la vida del buscón llamado Don Pablos, ejemplo de Vagamundos y espejo de tacaños, es crudo, sarcástico y realista como lo es en toda su obra, no se detiene a dar clases de moral al lector, al contrario le deja su obra para que la asimile de la manera que más le plazca.

Para Alonso Zamora V. la vida del Buscón “no deja lugar a las digresiones moralizadoras. Su novela es una novela desnuda, acción ante todo, escuetamente llevada y asombrosamente construida”. Quevedo cuida las formas estéticas, llevándolas a tope en Historia de la vida del buscón llamado Don Pablos(…). Habla de la vida vulgar y lo hace con todos los elementos posibles, si nos pone un personaje Vagamundos será el más Vagamundos de todos, si expone a las clases sociales lo hace de la manera más especifica posible sin detenerse a pensar si esto le traerá consecuencias. Si tiene que ponernos una imagen escatológica será lo mas asquerosa posible. Como lo dijo Nietzsche, el patetismo más profundo no deja de ser un valor estético. 

Francisco de Quevedo era un autor que cuidaba las formas, las cuales no se detenían en el sarcasmo y la ironía. Iba más allá y abordaba los temas de manera profunda. Su originalidad radica en el equilibrio estilo-humor-profundidad. Es por eso que su novela del Buscón se presume como la obra cumbre de la novela picaresca. Astrana Marín apunta sobre la obra de Quevedo “El cuadro más valiente de la política y costumbres europeas  en la cuarta década del siglo XVII”.

El personaje principal en el buscón Don Pablos es del pueblo. Es un personaje que abandona su hogar al darse cuenta de que es hijo bastardo. Viene de familia pobre en la que su padre es un barbero, su madre una especie de bruja o hechicera. La familia del personaje es de mala reputación, volviendo al personaje victima de las circunstancias.

Al salir de casa el buscón se vuelve un Vagamundos. Este elemento en la trama de la novela picaresca es fundamental ya que permite al autor a través del personaje principal denunciar y hacer una fotografía detallada de la vida de la época narrada con un carácter biográfico del personaje picaresco, que cuenta solo lo que ve.  El objetivo moralizante de la obra de Francisco de Quevedo radica en dejarle al lector una novela de aguda observación, una fotografía de la realidad de manera sarcástica que cada quién debe analizar.

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